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sábado, 1 de marzo de 2014

HER... ¿ELLA O ELLO?

¿Un romance entre un hombre y un sistema operativo? ¿En serio? ¿Y de prota Joaquin Phoenix? Sólo sabía eso, pero de primeras la idea de Her me pareció lo bastante fuera de lo común y lo suficientemente fantástica como para que me picara la curiosidad. Ana sabía menos aún: sólo que salía Joaquin Phoenix. Con estas premisas entramos a la sala. Cine lleno, con espectadores hasta en la primera fila. Bastante gente mayor, aprovechando el precio económico de los miércoles. Ambientazo.

El cartel de la peli.

Luego supimos que Her nos cuenta la historia de Theodore, un hombre solitario a punto de divorciarse, redactor en una empresa que se dedica a escribir cartas para seres queridos de sus clientes (fantástica la primera secuencia de la peli), que un día compra un sistema operativo de última generación diseñado para satisfacer todas las necesidades del usuario. La voz femenina de Samantha, el sistema operativo (basado en la Inteligencia Artificial y con la apariencia física de un smartphone o gadget similar), le cautivará con sus ganas de vivir y de aprender y, para su sorpresa, ambos, hombre y máquina, se enamorarán.

Ambientada en un tuturo cercano, Her es una historia de amor. Un amor diferente, sí, pero historia de amor, al fin y al cabo. Y es una reflexión sobre la profunda soledad del individuo en una sociedad a la que poco o nada le importa aunque, paradójicamente, la tecnología permita que todo el mundo pueda estar interconectado. En este sentido, los detalles están muy cuidados: contemplamos a multitud de gente andando por la gran ciudad, pero la inmensa mayoría camina sola, como mucho conectada a sus móviles (o como se llamen en ese futuro cercano), muy pocos en pareja o en grupo. Incluso el vestuario es impersonal, triste, gris. Por eso, a pesar de la dosis de comedia que indudablemente tiene, la peli te deja un poso agridulce.

Samantha no tiene muchas curvas, pero a nuestro amigo le parece tremendamente sexy.

Es una peli extraña, nada convencional, surrealista, con un planteamiento muy original. El riesgo de esto es que la línea que separa el que una idea fuera de lo común pueda resultarte una genialidad o un peñazo es muy fina. Eso ocurrió con Ana y conmigo el miércoles pasado. Si os engancha, como ocurrió conmigo, la disfrutaréis. Si no, como ocurrió con Ana, puede ser un tostón de cuidado (salvo por algunos golpes), porque lo cierto es que la historia transcurre bastante lenta y plana.

Como actores principales tenemos a Joaquin Phoenix, que interpreta a Theodore, y a Amy Adams (un placer verla de nuevo, tras La gran estafa americana), que interpreta a su gran amiga, Amy: ambos son el refugio del otro, y ambos están muy solos. A destacar el trabajo del primero, sobre el que descansa casi todo el metraje, y que se supera cuando las cosas se complican para su personaje, cuando aparecen las discusiones, las dudas, los celos, la rutina, las infidelidades, porque, por si no lo sabíais, las relaciones entre hombre y máquina también son complicadas. Bueno, miento, no sólo están ellos dos. Porque en la versión original es Scarlett Johansson quien presta su voz a Samantha. Nosotros no lo hicimos, pero ésta es una peli para ver en V.O. y disfrutar de los matices de la voz de Samantha, sin perjuicio de que nos parezca que Inés Blázquez, la dobladora en castellano de Samantha, ha hecho una labor estupenda.


La parejita (sí, sí, ahí están los dos, en primer plano) disfrutando de una escapada romántica.

A estas alturas ya habréis deducido que Her pretende ser una crítica ácida y feroz al tipo de sociedad en que nos estamos convirtiendo, cada día más unida a las máquinas (¿o esclavizada por ellas?) y menos cercana a las personas. "En que nos estamos convirtiendo", sí: justo al lado de Ana se sentó una chica que llegó sola, justo antes del comienzo de la proyección, y que se pasó pegadita a su smartphone media película (afortunadamente lo tenía en silencio), whatsappeando como una posesa. Tal parecía que hubiera salido de la pantalla y que, viajando atrás en el tiempo, se hubiera sentado a nuestro lado. Como un reflejo, como un ejemplo de carne y hueso.

No sé vosotros, pero yo miraré diferente a Braulio... perdón, a mi smartphone, a partir de ahora.

¡Saludos culinocinéfilos!

2 comentarios:

  1. No la he visto pero la idea me parece bastante buena por lo realista. Estamos llegando a unos extremos que a veces parece que tenemos más relación con el móvil que con muchas personas. ¿Quién no ha estado en alguna cena u otra ocasión en que hay un montón de personas reunidas y la mayoría están prestando más atención a los whatsapps y demás en su móvil que a la propia cena o evento al que están asistiendo?

    Un beset.

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    1. Nos suena esa escena, Vicky: ahora en cualquier cena al lado de cada servilleta hay un móvil. Por eso Her es una metáfora, una fábula exagerada sobre esa sociedad hacia la que vamos,... incluso, diríamos, en la que ya hemos puesto un pie.

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