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domingo, 19 de enero de 2014

DOS HORAS Y CUARTO DE ESCLAVITUD

Aprovechando la promoción de los cines Dreams Palacio de Hielo, en Madrid (miércoles a 3,90 euros, al igual que otras cadenas de cines: hablaremos de estas y otras ofertas en una próxima entrada), tuvimos la ocasión de ver "12 años de esclavitud", componente por méritos propios del trío de películas favoritas para los Oscars de este año.

Cartel de la película: 9 nominaciones a los Oscar la avalan.

Basada en un hecho real ocurrido a mediados del siglo XIX, narra la historia de Solomon Northup, un culto músico negro -y hombre libre- que vivía con su familia en Nueva York, a quien dos desconocidos drogan y secuestran para ser vendido como esclavo en una plantación del sur. Renunciando a abandonar la esperanza, Solomon tratará de sobrevivir a su nueva vida con el objetivo de encontrar algún resquicio para intentar recuperar su libertad.

Solomon Northup deberá llegar al extremo de ocultar que sabe leer y escribir para conservar su vida.

Con 9 nominaciones a los Oscar, 7 nominaciones a los Globos de Oro (y ganadora del premio a la mejor película dramática) y 10 nominaciones a los BAFTA entre otros reconocimientos, lo primero que podemos decir de esta desgarradora historia es que casi te hace sentir un esclavo durante las dos horas largas que dura la proyección. Porque, a pesar de que podríamos pensar que es "otra película más sobre esclavos", tiene el acierto de mostrarnos la dureza de la esclavitud como, creemos, pocas o ninguna lo han hecho antes (al menos, que hayamos visto), sin concesiones a la galería, sin reparos, dando rienda suelta a la violencia implícita y explícita que conllevó aquella época.

Los propietarios esclavistas glosaban a Dios a los esclavos con una Biblia en una mano mientras con la otra les adoctrinaban a latigazos.

Más allá de la violencia en sí, la historia cuenta detalles reveladores sobre aquella sociedad que había normalizado el trato vejatorio y humillante a sus semejantes. La doble moral de los propietarios esclavistas que glosaban a Dios a los esclavos con una Biblia en una mano mientras con la otra les adoctrinaban a latigazos (¿simple hipocresía o herencia cultural?). Los contrastes entre las diferentes formas de pensar sobre la esclavitud, y entre los diferentes tipos de amos (no todos eran crueles y maltratadores, a pesar de todo), ambos bien ligados en la historia. Y no se limita a mostrar sólo una recopilación de vejaciones, castigos y palizas, sino que según la trama va evolucionando, el afán de supervivencia de Solomon y su lucha por evitar caer en la desesperación van adquiriendo nuevos matices.

La escena del ahorcamiento/castigo resulta agónica y estremecedora.

La peli nos regala varios momentos para recordar, pero destacamos una de las escenas sobre el resto, la del ahorcamiento/castigo (sabréis cuál es cuando la veáis), estremecedora, larga, agónica, que refleja a la perfección cómo los castigos y la sumisión se habían vuelto cotidianos en la vida de los esclavos.

El trío de actores nominados al Oscar.

En cuanto a las interpretaciones, no sólo los nominados Chiwetel Ejiofor (a mejor actor protagonista) y Lupita Nyong´o (a mejor actriz de reparto) rayan a gran nivel, al contrario, la calidad general del elenco es muy buena. Pero, en este punto, creemos que es justo destacar sobre todos ellos a Michael Fassbender, que borda el papel de un pérfido propietario esclavista desquiciado, cruel y caprichoso, consiguiendo una interpretación sobresaliente. Caras conocidas como Paul Giamatti, Paul Dano, Benedith Cumberbatch y Sarah Paulson cumplen en pequeños papeles, al igual que Brad Pitt, a quien también vemos en labores de productor, cuyo fugaz personaje (no vayáis al cine pensando en que es una peli "de Brad Pitt"), como no podía ser de otra forma, tiene gran importancia en la historia.

Con su espléndida interpretación, Michael Fassbender consigue momentos que no os dejarán indiferentes.

La banda sonora de Hans Zimmer se adapta a la perfección al ritmo de la historia, calmada, contenida, sin estridencias (siguiendo las pautas de la dirección de Steve McQueen, también calmada, tomándose el tiempo necesario para contar cada subtrama y cada escena), apareciendo en los momentos justos y potenciando en tus oídos lo que ves en la pantalla: como ha de ser. Sorprendidos quedamos al saber que no ha obtenido nominación.

En definitiva, una película cruda, violenta, que te remueve las tripas. Sin ser sensiblera ni utilizar la música como truco lacrimógeno, emociona. Te toca. No nos duelen prendas confesar que tanto a Ana como a mí se nos escapó alguna lagrimilla, sin ser yo alguien de lágrima fácil.

Para nosotros, una de las grandes favoritas a los Oscars, sin duda.

¡Saludos culinocinéfilos!

2 comentarios:

  1. Habrá que verla. Y si a vosotros se os escapó alguna lagrimilla, yo que sí que soy de lágrima fácil, puede que inunde el cine entonces ;)

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    1. Vicky, es más la dureza de la peli que otra cosa. Aunque hay algún momento en que, cuando menos, se te hace un nudo en la garganta. Por si acaso,... ¡vete preparada! ;-)

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